El morbo nos chorrea por las comisuras de los labios como la salsa especial que le ponen a los panchos que sirven en los carritos. Pero en los buenos, donde la superhamburg te deja con ganas de más, y te encajás un pancho con panceta. Y si no tuvieras que cenar en una horita te encajabas otro más. Pero bueno, valió la pena. Todavía lo estoy repitiendo al hijo de puta.
Ah, el informe. Ahí viene.
martes, 7 de agosto de 2007
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